Una nueva tarjeta biométrica impide fraudes aunque el ladrón tenga el plástico en sus manos. Así funciona este sistema.
¿Ha sentido que su tarjeta está más expuesta que una contraseña escrita en un post-it? Pues buenas noticias: una empresa colombiana quiere que el próximo intento de fraude sea tan inútil como tratar de abrir una caja fuerte con una cuchara. En pleno auge de la ciberdelincuencia, BYTTE SAS ha desarrollado un sistema que bien podría llamarse el “Fin del clonador feliz”: una tarjeta biométrica que solo funciona con la huella dactilar del titular.
Y sí, esto es tan literal como suena: así el delincuente tenga su tarjeta en la mano (porque usted la perdió o se la robaron), sin su dedo… no hay robo.
El fraude, esa plaga digital sin vacuna… hasta ahora
Vamos por partes. El fraude digital en Colombia ya dejó de ser “esa cosa que le pasó al primo de un amigo”. Hoy es el pan de cada día. Las cifras de Juniper Research son escalofriantes: el fraude en comercio electrónico pasará de costar 44.300 millones de dólares en 2024 a más de 107.000 millones en 2029. Y aunque suene a exageración, si el fraude fuera una empresa, estaría en el top 10 de las más rentables del planeta.
Frente a esa realidad, empresas colombianas están diciendo: «¡No más!». Y entre ellas, BYTTE se lleva el aplauso con un sistema de pago que podría dejar en el pasado esas historias de tarjetas clonadas, códigos copiados y firmas falsas que no engañan ni a un gato.
¿Cómo funciona esta tarjeta antiestafas?
A simple vista, la nueva tarjeta de BYTTE no parece diferente a una tarjeta tradicional. Pero ¡sorpresa! Está cargada con la tecnología para dejar en jaque a los criminales:
- Sensor de huella dactilar incrustado.
- Chip con almacenamiento seguro para validar la identidad.
- Un LED que se enciende para confirmar que todo está bien con su dedito.
La clave está en que la autenticación ocurre dentro de la tarjeta, sin enviar datos a servidores externos ni al banco ni a ninguna nube sospechosa. En otras palabras: si no es usted, no hay transacción. Y no importa si el ladrón se sabe su cédula, su clave, su tipo de sangre o la contraseña de Netflix.
Activación a su gusto: con app o en oficina
La tarjeta puede activarse de dos formas:
- Autogestionada: desde la app del banco. Usted enrola su huella y listo.
- Asistida: con cita presencial, por si prefiere ver la cara del asesor o necesita ayuda extra.
Una vez activada, la tarjeta permite compras físicas y en línea, gracias a tecnologías como qVSDC (quick Visa Smart Debit/Credit) y validaciones fuera de banda. Sí, suena técnico, pero lo importante es que podrá comprar desde un café hasta un viaje… siempre con su huella como pase VIP.
“La trazabilidad es la nueva transparencia”
Muller Pedrozo, director ejecutivo de BYTTE, asegura que esta tarjeta representa una revolución en seguridad, porque la biometría no es solo tecnología: es identidad, es confianza, y sobre todo, es protección para ciudadanos comunes que no quieren volver a perder plata por culpa de un descuido.
Y ojo: la tarjeta no solo protege al usuario. También es un alivio para bancos, fintechs y cualquier entidad que esté cansada de perder millones por fraudes que se sienten imposibles de rastrear.
El fraude no se combate solo con gadgets: también con cabeza
Durante la primera edición de las Mesas de Confianza, un espacio creado para juntar cerebros del sector público, privado y académico, quedó claro que la tecnología es solo una pieza del rompecabezas. Según Viviana Vanegas, directora de Desarrollo Digital del DNP, el país necesita una especie de “canasta básica TIC”: conectividad, dispositivos y educación para que nadie quede fuera de la economía digital.
Y es que la “pobreza digital” no solo excluye, también expone. Una persona sin conocimientos digitales es más vulnerable a caer en trampas tan burdas como un correo falso o una llamada sospechosa. Por eso, Vanegas insiste en que la gobernanza digital debe ser multiactor: un trabajo en equipo.
Por su parte, Mauricio Sanabria, decano de la Facultad de Administración de Empresas de la Universidad del Rosario, metió un término curioso a la discusión: “simplejidad”. Es decir, tecnología compleja por dentro, pero sencilla por fuera. Así debe ser la innovación, dice él. ¿Un ejemplo? Exactamente esta tarjeta.
Biometría: el ADN de la cuarta revolución industrial
Sanabria fue más allá y planteó que la biometría no es una moda pasajera ni una solución mágica. Es, en realidad, una herramienta clave de la era en la que lo digital, lo biológico y lo físico se entrelazan.
Y para que funcione de verdad, no basta con lanzar gadgets futuristas. Hay que adaptarlos al contexto colombiano, crear confianza en la tecnología y, sobre todo, diseñar soluciones que pongan a la persona en el centro.
Este primer encuentro de las Mesas de Confianza dejó claro que la identidad digital sí se puede proteger. Y que con trabajo conjunto entre empresas, gobierno y academia, se puede pasar del discurso a la acción.
Desde Reporte Colombia, seguiremos de cerca cómo este tipo de tecnologías redefinen lo que significa “seguridad” en una época donde lo virtual pesa tanto como lo físico. Por ahora, sepa que si alguien quiere robarle su tarjeta… primero va a tener que conseguir su dedo.
Y eso, francamente, ya es pasarse de la raya.