Nos reportamos desde las librerías, donde un nuevo título pone a China en el centro de la conversación, pero desde un ángulo que va más allá de los titulares. El exembajador Luis Diego Monsalve Hoyos acaba de lanzar El dragón amurallado (Grupo Planeta), un libro que mezcla diplomacia, humanidad y geopolítica en tiempos de encierro, tensión y transformación global.
Monsalve, que representó a Colombia en China entre 2019 y 2022, fue testigo directo del inicio de la pandemia en Wuhan, y se movió por 27 provincias chinas “en tren, en bicicleta y a pie”. Su relato —más cercano a una crónica vivencial que a un tratado diplomático— recorre los contrastes de una potencia que al mismo tiempo encierra tradición y modernidad, vigilancia y belleza, comercio y espiritualidad.
Desde adentro, el autor revela cómo se vivió la repatriación de colombianos, las negociaciones por vacunas, las tensiones comerciales y los aprendizajes que dejó liderar una embajada en medio del caos. “En China aprendí que la diplomacia no es solo representar a tu país, sino también entender al otro, incluso cuando no comparten tu lenguaje, tus valores o tus miedos”, afirma Monsalve.
El libro llega en un momento clave. China no solo es hoy el mayor origen de importaciones para Colombia —superando incluso a Estados Unidos, con un 27,4 % del total según Analdex—, sino que también es un actor decisivo en temas de infraestructura, tecnología, inteligencia artificial y diplomacia energética. En este contexto, la lectura de El dragón amurallado se vuelve estratégica para empresarios, analistas, políticos y lectores curiosos.
Con prólogo del expresidente Iván Duque, la obra también toca dilemas humanos: la soledad del encierro, la responsabilidad de tomar decisiones difíciles y la incertidumbre de representar a un país en medio de una crisis sin precedentes.
El dragón amurallado está disponible bajo el sello Bronce de Editorial Planeta en librerías de Colombia y en www.planetadelibros.com.co.
Como dice Monsalve, entender a China no es solo mirar hacia Asia: es entender el mundo que viene. Y en ese mundo, Colombia también tendrá que aprender a moverse, con ojos abiertos, mapa en mano… y quizás, con un tren nocturno rumbo a una provincia lejana.




