Nos reportamos desde Bogotá, donde la precandidata presidencial Sondra Macollins —sí, la llamada “Mujer de Hierro”— acaba de lanzar una propuesta que podría poner en cintura a las instituciones más testosterónicas del país: Ejército, Armada, Fuerza Aeroespacial e INPEC. Su plan es claro: paridad operativa del 50 % para mujeres en nuevos ingresos y ascensos. O, en palabras de la propia Macollins: “La seguridad no es músculo, es carácter, disciplina y resultados”.
¿Y eso qué significa en la práctica? Que la mitad de los cupos en escuelas de formación y ascensos serían para mujeres, sin necesidad de retiros masivos ni afectación de derechos adquiridos. Además, propone la creación de Unidades Violeta, equipos especializados en inteligencia, justicia militar, protección a mujeres y control anticorrupción. Todo esto sería respaldado por una nueva Ley de Paridad en la Fuerza Pública, que se articularía con estándares internacionales como el programa Mujeres, Paz y Seguridad de la ONU.
Según Macollins, no se trata de cuotas por cumplir, sino de una estrategia para modernizar la autoridad, reducir la corrupción institucional y aumentar la confianza ciudadana. Y los datos le dan algo de razón: estudios de Naciones Unidas citados por su equipo señalan que aumentar la participación femenina de 0 % a 5 % reduce a la mitad las quejas por mala conducta en cuerpos de seguridad.
En Colombia, la Fuerza Aeroespacial ya lidera con un 27,6 % de mujeres activas, el Ejército cuenta con más de 5.500 y la Armada inició su primer contingente femenino de Infantería de Marina. “Vamos a escalar lo que ya funciona. La paridad es el camino natural del orden”, dijo la precandidata.
¿Conclusión? Macollins le pone rostro femenino a la seguridad. Y si logra convertir esta hoja de ruta en realidad, podría transformar no solo la forma en que se ejerce la autoridad, sino también quién la ejerce. Porque sí, “las mujeres somos más”, pero también —como va quedando claro— pueden ser mejores para mandar.





